Santos tiene el dudoso mĆ©rito de haber ubicado a Cajamarca como el departamento con mĆ”s pobreza en el PerĆŗ.
El calificativo de mafia roja no se lo han endilgado a Gregorio Santos y su grupo las empresas mineras, ni El Comercio, ni la Confiep, a quienes el presidente regional de Cajamarca atribuye todas sus desgracias. No. Se lo ha disparado la izquierdista Narda Silva, secretaria general del sindicato de maestros (SUTE Cajamarca) de su regiĆ³n.
Narda Silva tampoco acepta la versiĆ³n de Goyo Santos de que todo es una maniobra de sus adversarios. “No creo que haya una persecuciĆ³n cuando hay una mala gestiĆ³n”, ha dicho en una entrevista, desbaratando la explicaciĆ³n con que el presidente regional y sus amigos pretenden desvirtuar las serias acusaciones de corrupciĆ³n que les han formulado la fiscalĆa y la contralorĆa.
“No tiene ni capacidad ni moralidad”, es la concluyente sentencia de Silva, que ha destronado a Patria Roja, el partido de Santos, del SUTE departamental.
En las Ćŗltimas dos semanas se han detenido o dictado orden de captura a siete funcionarios y empresarios por casos de corrupciĆ³n en el gobierno regional que preside Santos. El propio presidente regional ya estĆ” denunciado por cinco delitos: colusiĆ³n agravada y simple, asociaciĆ³n ilĆcita para delinquir, cohecho pasivo propio y genĆ©rico.
El empresario y amigo de la familia Santos, Wilson Vallejos –hoy preso-, fue el afortunado ganador de licitaciones por ciento treinta millones de soles desde que Goyo es presidente regional.
Un colaborador eficaz ha entregado un cuaderno con las anotaciones del dinero que Vallejos le pagaba a Santos como ilegal comisiĆ³n por las adjudicaciones dirigidas. Solo entre diciembre del 2011 y agosto del 2012 fueron 802.100 soles. Y esa no serĆa la Ćŗnica fuente de sobornos.
El caso de Cajamarca se parece en algunos aspectos al de Ćncash. Un gobierno regional con mucho dinero del canon minero, asaltado por una mafia corrupta. TambiĆ©n en el hecho de que esto se sabĆa desde hace mucho tiempo y nadie hizo nada.
La ComisiĆ³n de FiscalizaciĆ³n del Congreso tenĆa un dictamen durmiendo desde mayo del 2013 en el que se detallan todas las corruptelas y delitos cometidos por Santos, Vallejos y funcionarios como JosĆ© Panta y Juan Coronado, hoy presos o con orden de captura. Y no pasĆ³ nada. ReciĆ©n hace tres dĆas, cuando ya habĆa estallado el escĆ”ndalo, el Congreso lo remitiĆ³ a la fiscalĆa.
AdemĆ”s, Santos tiene el dudoso mĆ©rito de haber ubicado a Cajamarca como el departamento con mĆ”s pobreza en el PerĆŗ. Luego de la paralizaciĆ³n de minas Conga, el despido de 7.000 trabajadores y la anulaciĆ³n de los contratos con medio centenar de empresas locales, vino el cierre de otros proyectos mineros en la regiĆ³n.
La recesiĆ³n se instalĆ³, los negocios decayeron, el desempleo y el subempleo aumentaron.
Pero no a todos les ha ido mal en Cajamarca con el conflicto de Conga. Al ex sacerdote Marco Arana le ha ido extraordinariamente bien. SegĆŗn el diario cajamarquino “El Tiempo”, la ONG Grufides de Arana recibĆa unos 140.000 dĆ³lares de donantes extranjeros en el 2011, cuando estallĆ³ el conflicto. A partir de allĆ, con mucha habilidad, Arana convenciĆ³ a los donantes, sobre todo europeos, que abrieran las arcas de la cooperaciĆ³n. Y los euros y dĆ³lares fluyeron a raudales.
Las subvenciones a Grufides se multiplicaron por diez, y esa ONG recibiĆ³, segĆŗn cifras oficiales, un millĆ³n y medio de dĆ³lares entre los aƱos 2012 y 2014, dinero que, por supuesto, no ayudĆ³ a los campesinos pobres –en cuyo nombre los pidiĆ³ la ONG– a mejorar su situaciĆ³n.
Un antiguo periodista cajamarquino comenta con sorna que algunos partidos polĆticos tienen su ONG, pero Grufides es la Ćŗnica ONG que tiene su partido polĆtico, Tierra y Dignidad, cuyo caudillo es, por supuesto, Marco Arana.
En suma, lo ocurrido en Cajamarca demuestra que la corrupciĆ³n no tiene ideologĆa. La aureola de honestidad con que pretenden rodearse los izquierdistas es inexistente. Lo cierto es que no han tenido muchas oportunidades. Pero cuando las encuentran, como en Cajamarca, roban como los demĆ”s.
Por Ćŗltimo, la pretendida unidad de las izquierdas es otra ficciĆ³n. EstĆ”n peleados, es todos contra todos sin soluciĆ³n. Por eso sus antiguos aliados no defienden a Santos, sino que esperan su derrumbe para disputarse sus despojos.
Fuente: Diario El comercio
Fuente: Diario El comercio