La minería está regresando. Después de cinco años de vacas flacas, el sector puede asegurar finalmente que su caída ya tocó fondo y que puede ver la luz al final del socavón. Prueba de ello es el renaciente interés de los inversionistas por financiar proyectos de exploración, y de las grandes mineras por revaluar megaproyectos durmientes, como Quellaveco.
“No es una expectativa etérea. Sí hay señales de recuperación por parte de las compañías mineras”, refiere Carlos Bernal, gerente general de la Asociación de Empresas Contratistas Mineras del Perú (Acomipe), que representa al 70% de la fuerza laboral del sector minería.
Evidencia de ello es el incremento en la demanda de equipos y maquinaria para minería, que se verifica desde meses atrás “aunque no de forma tan dinámica como hubiéramos previsto”, acota Bernal.
La explicación es que este movimiento gira, principalmente, en torno a proyectos pequeños y medianos, menos intensivos en capital y mano de obra que los megaproyectos (el único que hoy se construye es la ampliación de Toquepala, de Southern Copper).
Es el caso de las labores de Glencore en Antapaccay (Cusco), la ampliación de Shahuindo (Cajamarca), la nueva expansión de Marcapunta (Pasco) y la exploración a cargo de las mineras junior, que vuelven a dar señales de vida.
LOS INVERSORES DESPIERTAN
Muestra del incipiente renacimiento del sector explorador es el incremento en el número de ‘press releases’, anunciando la compra-venta de proyectos y la reanudación de las campañas de perforación.
De esto último da fe Guido del Castillo, director-fundador de MDH (Grupo Aruntani), uno de los contratistas de máquinas de perforación minera más grandes del país. El empresario refiere que su compañía ejecutó hasta 100.000 metros de perforaciones en distintos proyectos durante el 2015, pero que atravesó una ‘crisis absoluta’ el año pasado.
“El 2016 fue bastante difícil, pero este año lo hemos empezado sumamente bien, con 150.000 metros contratados, lo cual ha sido una sorpresa en proyectos de exploración”, relata a Día1.
Juan Carlos Guajardo, gerente general de la consultora Plusmining, explica que el detonante de esta incipiente dinámica es la renovada apuesta de los inversionistas por las materias primas, tras cinco años de desinterés absoluto.
“La huida de los inversionistas [en 2012] no se debió a un deterioro de los fundamentos de los metales, sino a que estos dijeron: basta de apostar por los ‘commodities’ porque no hay expectativas de un alza en el precio. Ahora han vuelto porque no ven potencial de alza en los bonos y otros vehículos de inversión, pero sí en los metales”, señala.
Así lo demuestra el incremento sostenido en los precios del oro, la plata, el zinc y, especialmente, el cobre (20% en el último semestre), que estuvo rezagado hasta finales del 2016 y que ahora lidera el repunte de todos los metales con consecuencias positivas para el sector.
Una de ellas es el aumento en las ganancias y utilidades de las compañías mineras (por ende, del canon), y otra es la mejora en la viabilidad de los grandes proyectos mineros (generalmente, cupríferos), paralizados por problemas financieros en años previos. Como Quellaveco (que ya contaba con licencia social).
OTRA OLA DE PROYECTOS
Luis Marchese, CEO de Anglo American en el Perú, es ilustrativo al respecto: “Nuestra meta es reforzar nuestra situación financiera para empezar a desarrollar proyectos. Como ya hemos dicho, Quellaveco es nuestro foco. Es el proyecto más atractivo que tenemos dentro de nuestra cartera de ‘commodities’”, anota.
Las acciones bursátiles de Anglo American han trepado de 2 a 12 libras esterlinas en el último año, alentadas por su estrategia de disciplina financiera y la mejora en el precio del cobre. Ahora, la británica está mejor posicionada, pero no pierde la cautela (una lección de la crisis minera).
“Anglo American ha puesto en competencia tres o cuatro proyectos globales para decidir en cuál invertirá. Y esto es muy importante para el Perú porque Quellaveco podría ser el escogido, ya que Chile [expansión de Collahuasi] lo está estropeando [con su última reforma minera]”, apunta Glenn Ives, presidente de Deloitte Canadá.
Otro proyecto beneficiado sería La Granja (Cajamarca), que atravesó por una etapa de reevaluación en 2015-2016 y ahora está nuevamente en exploración (para sumar nuevas reservas de cobre, debido a la baja ley del mineral).
La coyuntura también anima a Southern Copper y al Gobierno Peruano a sacar adelante Tía María , iniciativa paralizada desde el 2015, debido a la oposición de parte de la población del distrito de Cocachacra (Arequipa).
Pero, ¿esta mejora en el precio del cobre se sostendrá lo suficiente para relanzar estos proyectos? Las compañías mineras creen que sí. Óscar González Rocha, CEO de Southern Copper, prevé, por ejemplo, que el precio promedio del metal rojo se mantendrá en US$2,5 la libra durante el 2017, con “expectativas de mejorar”.
Esta esperanza es compartida por Anglo American. “Hasta el 2016 había incertidumbre (por el precio del cobre). Ahora, hay tranquilidad en el sentido de que el consumo se mantendrá por los próximos años. Y eso está atrayendo un nuevo apetito por proyectos”, señala Marchese. Pero, ¿en qué se basa esta confianza?
EL FACTOR CHINA
Un factor de corto plazo es el déficit proyectado en la oferta de cobre, debido a las continuas interrupciones en el suministro (paralización de la mina Grasberg y sucesivas huelgas en Escondida, Cerro Verde y las operaciones de Southern en el Perú).
Pero el principal factor (de largo plazo) sigue siendo China. “El temor de que China se iba a estrellar y de que, por lo tanto, la demanda de cobre iba a caer, se ha ido por completo”, indica Glenn Ives.
La razón es que el coloso asiático ha podido retomar el control de su plan de transformación económica, el cual implica un fuerte viraje desde la construcción de infraestructura/exportación de manufactura hacia el consumo interno y el mejoramiento de la calidad de vida de la población china.
De acuerdo a ETF Securities, este “cambio de enfoque no es necesariamente negativo para el cobre”. Y así lo ha entendido el mercado.
FUENTE: DIARIO EL COMERCIO
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